PURVIS
SIempre escuché en el campo, que el perro que va abajo del carro,
acompañando, se le llama “don”, pero no encontré el origen, tal vez es un
término que usan los españoles, porque
esa zona , todos los campesinos son
inmigrantes vascos, catalanes y gallegos. También hemos escuchado
y leído que en siglos anteriores, existían pícaros que andaban vendiendo el
título de “don” a quienes querían ascender socialmente , hasta hay una canción
que cuenta como a un conductor de un mateo en el Buenos Aires colonial le
vendieron el título y él se hacía llamar Don Roque, don.Volviendo a los perros,
algunos aseguran que los perros presieenten la muerte, porque el enfermo huele
a cadáver y por eso, aúllan.
.
Coplas y cuentos , nos hablan del
“perro pila” ,perro sin pelo. Cuando llegaron los españoles ya
encontraron perros pila, lo que prueba que no fueron introducidos desde Europa.
Según Giordano Cavazzuti, es una mutación, una condición embrional de la piel. El
perro glabro de piel apizarrada es bastante común en el noroeste argentino
donde lo llaman simplemente “pila” y que utilizan en invierno para calentar las
camas, porque tienen una temperatura corporal superior en dos o tres grados a
la de sus congéneres y no tienen pulgas. En las tolderías del sur había muchos
canes y en invierno, dormían todos juntos, lo que sorprendía a los viajeros. Los
indios los utilizaban de varias maneras, especialmente en sus excursiones de
caza, donde resultaban excelentes ayudantes en la persecución del ñandú y el
guanaco. . Se reproducían en libertad y andaban en temibles jaurías., por eso ,
cuando asaban para la cena, para distraerlos,, hacían, a unos cuantos metros,
una falsa hoguera.
.
El poeta Osiris Rodriguez Castillo siempre menciona algún
perrito.
:.
-Una caña de bambú….un perro lanudo…un tarrito
con lombrices…y entre los verdes juncos…, las mojarras…/ Aun veo aquí, la
tararira lujosa…como la vaina de un cuchillo de plata…tan parecida a un
sueño…de un gurí pescador!
En la historia encontramos perros que se han hecho famosos junto a sus
dueños PURVIS, el perro del general
Justo José de Urquiza lo acompañó en las batallas sin asustarse por los ruidos de las bayonetas
y el griterío de los soldados. El pintor Juan Manuel Blanes lo pintó y Caraffa
lo reprodujo en el inmenso cuandro “El cruce
del Paraná del Ejército Grande” que se encuentra en el Salón Blanco de
la Casa de Gobiernos , de Paraná.
Domingo Faustino Sarmiento, boletinero en la batalla de Caseros, se quejaba que, cada vez que se arrimaba al general , Purvis, lo garroneaba y le rompía los pantalones, así se lo cuenta a su amigo Onésimo Leguizamón (hermano de Martiniano= en carta que se guarda como documento
Domingo Faustino Sarmiento, boletinero en la batalla de Caseros, se quejaba que, cada vez que se arrimaba al general , Purvis, lo garroneaba y le rompía los pantalones, así se lo cuenta a su amigo Onésimo Leguizamón (hermano de Martiniano= en carta que se guarda como documento
Se cuenta que Purvis, tenía la costumbre de robarle la carne a los
soldados, y no se podía pedir otra ración. A uno de los más veteranos, lleno de
heridas victoriosas, contando una anécdota se descuidó y al verlo al ladrón, en
un instante , con su cuchilla, lo abrió
de lado a lado, desangrándose en
pocos minutos… Todos se quedaron callados ¿…quién se animaba a avisarle al
general?......Se levantó el sargento y se presentó ante su jefe y contó lo
sucedido……Urquiza ordenó 20 azotes ante todos los presentes.
El general lo llamaba PURVIS, recordando a un altanero comandante de la flora británica en los mares
del sur, que decía defender el comercio y la vida de los súbditos ingleses y mandó disparar
a las naves argentinas, generando quejas y amenazas de nuestro gobierno
por las acciones desmedidas y prepotentes
de Purvis., amenazando con represalias.
Según documentos, en épocas coloniales, los curas se quejaban al cabildo
que se hacía imposible dar misa, porque los cerdos seguían a sus dueños y no
sólo caminaban por el atrio, sino que celebrar era dificultoso y molesto por
los ruidos y olores .Con los perros
pasaba mas o menos lo mismo. Cuando volaba una paloma o un murciélago, los
perros enloquecían.
En Gualeguaychú, los perros ladraban toda la noche y mordían a medio
mundo, así que , se firmó una ordenanza para que los vecinos trajeran cada
quince días, 10 orejas, de esa manera , dejarían en paz a la población. Hubo
muchas quejas porque -después de unos días- ya no quedaban perros, y para
cumplir tenáin que sacrificar hasta los propio cuzquitos de la casa .
En Paraná, Dionisio Alvarez (Dean Alvarez), solicita por nota al
gobernador Echague que limpie la ciudad, porque va por las calles , esquivando
perros, pateando bichos muertos y patinando por las cáscaras de frutas y los
peor -dice- las vacas que van a pastar a
la plaza, se cruzan a la iglesia donde balan y balan, teniendo que sacarlas los
feligreses y muchas veces, el propio cura..
Existe otra queja del Dean, donde los perros le arrrebataron la capa, se
la rompieron y lo mordieron… Al poco tiempo, se publica una ordenanza donde se
regula los problemas de los billares, peros, reñideros de gallos y canchas de
pelota.
José Gervasio Artigas y los perros, merecen un capítulo aparte; recordemos su
pensamiento, escrito también en una canción:
“El día que me quede sin
soldados...tendré los arcabuses de la sangre….para pelear con perros
cimarrones….por defender el rico patrimonio…que guardan los bravíos
orientales!”
En tiempos en que Bernardino Rivadavia
era presidente, se le mandaba a peones y presidiarios a matar los perros que
deambulaban en las calles de Buenos Aires.
Simón Bolivar siempre tuvo perros.
Desde chiquito iba a la escuela con su mascota que lo esperaba afuera hasta su
salida. En campaña, cuando veía un “ sato”, mestizo, vagabundo herido, mandaba recogerlo y sanarlo.
Famoso fue su “Nevado” que lo acompañó no sólo en las batallas sino en
los desfiles, después de cada triunfo..
Cuando se tuvo que ir a Méjico, llevó dos cachorritos, pero al llegar a destino,
se habían muerto.. Tuvo otros, Trabuco”,
“Barcino” y hasta un perro inválido que lo llamó “Simoncito”, porque estaba tan
estropeado como él.
Pasó el tiempo _ como nueve años-, estando en Bella Vista , Venezuela,
ve aparecer a “Nevado” con el indio que lo había cuidado. Todos estaban viejos
y heridos, pero juntos.
-Siempre quise tener un perro como la gente…y
al fin, el tiempo y la esperanza…me dieron uno,…pero bien “mirao”…es un perro
de pocas pulgas: el MALEVO. (Osiris
Rodriguez Castillo)
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